Suele decirse que el lector puede permitirse la licencia de crear su particular mundo en cada lectura, así, miles de mundos pueden ser imaginados mediante el texto de un solo libro.
Pero, “¿…de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos?”, se preguntaría la ingenua Alicia de Lewis Carroll.
Pero, “¿…de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos?”, se preguntaría la ingenua Alicia de Lewis Carroll.
Veamos, si
como sostiene Francisco Mora, catedrático de Fisiología de la Complutense, “sólo
se puede aprender aquello que se ama, aquello que te dice algo nuevo, que
significa algo, que sobresale del entorno”, porque “la
neurociencia demuestra que el elemento esencial en el aprendizaje es la emoción,”
y dado que los hipermedia, como los libros, necesitan de la colaboración del
lector para seguir avanzando. Y ya que al parecer es a través de la escritura
hipermedia como el discurso establecido entre autor y lector-autor, logra desarrollar
a través de la interacción, un tipo de colaboración muy próxima al dialogo oral
utilizado en tiempos los antiguos poetas (aedos).
Cabe pensar,
que si realmente los artefactos contenedores de memoria que utilizamos en
la actualidad, todavía no pueden alzar su voz y superar los matices del lenguaje
irónico que utilizamos los humanos, quizás si lo hagan en un futuro próximo, ya
que como indica Isidro Moreno Sánchez, profesor de la Universidad Complutense
de Madrid, “lo análogo es inmutable, y lo
digital se puede transformar […y aunque] los grados de la interactividad dependen de las estructuras interactivas, […] existen muchos tipos de estructuras y la clave está en utilizar las más
adecuadas dependiendo del tipo de producto que se desee crear [… (sabiendo
que )] la visibilidad de la tecnología nubla el entendimiento con sus
cegadores destellos.”
De ahí, el pensar, que si miles de posibilidades
informativas pueden abrirnos las puertas de mil mundos diferentes, dónde fantasía
y realidad se alternan con vivencias surrealistas,
a través de múltiples avatares y lugares imaginados amparados por las posibilidades
que ofrece la escritura hipertextual. Podríamos
correr el riesgo de caer en el síndrome de
Alicia en el País de las Maravillas y perdernos sin noción del tiempo, en el
espejo de nuestras iluminadas pantallas, atraídos ante la fascinación que ofrece el crear
miles de enlaces que activan nuestra naturaleza ilusoria, perceptiva y educativa.
Por tanto, estos mundos creados podrían llegar a desequilibrarnos
ante la imposibilidad de gestionar todo su potencial, porque pese a tener
visibles los iconos que nos marcan el
camino, podríamos desviarnos al intentar perseguir más de un conejo a través de
un mundo que todavía desconocemos, hasta el punto de creer que podría hacerse
realidad un adagio como éste: “El que
persigue dos liebres no logra atrapar ninguna.”
Así, pues, intentemos aprovechar los recursos que nos ofrecen
las nuevas tecnologías procurando no divagar demasiado en el trasfondo de su
realidad-virtual, porque algunas realidades superan en ocasiones a la fantasía creadas en las mentes humanas, y quizás por esto el libro de Alicia no contenía imágenes.
Seguimos leyéndonos…
Doncs aquest "Síndrome d'Alícia" el veig cada cop més present i preocupant al meu voltant. Sembla que, deixar-se anar en l'oferta lúdica actual, té un atractiu irresistible
ResponderEliminarSí, y ahí es cuando se nota el poder de la manipulación… Saludos Ricard!
ResponderEliminarDoncs sí, tal i com anem, i segons les prediccions d'alguns, anem cap a ana evollució d'hipermèdia més pensada en "captar-nos" mentalment que no d'ensenyança. Així, si no imaginem, no raonem, i llavors no pensem, i no ens podrem queixar ... Una nova manera de sotmetre'ns?!
ResponderEliminarAra m'has fet pensar, no recordo el nom, la malaltia (mental) que estan passant joves japonesos que no surten ni de la seva habitació. Que els pares els hi deixen el menjar a la porta i, per un reportatge que vaig veure fa temps, estaven tot el dia a l'ordinador.